viernes, 28 de septiembre de 2007

Vargas Llosa busca la palabra justa


Leo en el país este interesante artículo sobre Vargas Llosa, uno de mis escritores favorito junto con Cortázar y Gabito. Me ha gustado las tres explicaciones que ha dado de como era el método que usa y usaban el propio Vargas Llosa, Onetti y Cortázar para escribir, me he visto reflejada en los tres a pesar de lo distintos que son:


"Vargas Llosa arrancó con una anécdota con su colega Juan Carlos Onetti. "Tuvimos una discusión en San Francisco, donde yo le conté mi método de trabajo, que a él le espantó: disciplina y horarios como un empleado de oficina. Él contaba que escribía por impulsos, a ráfagas, en trozos de periódico, libretas, servilletas... que luego no sabía muy bien cómo armar. Así nacieron todos sus cuentos y novelas. Por lo compacto y organizados que están, parecería algo muy organizado, pero debemos creerle. Tenía un orden secreto que venía de la profundidad de su personalidad".
Recordó también a Cortázar. De cuando se veían a menudo en París en 1960. Justo cuando el argentino escribía Rayuela. El método Cortázar era "sentarse ante la máquina de escribir y esperar a la inspiración". De esa forma, que parece simple, nació esa compleja y ambiciosa novela.
Y llegó el turno de Vargas Llosa. Desveló que nunca ha elegido un tema. "Siempre se me ha impuesto a través de experiencias vividas. Por alguna razón que desconozco, algo se queda prendado en la memoria. Tiempo después empieza a generar un fantaseo. Si esa semilla persevera, empiezo a escribir notas en pequeñas fichas". Después configura el esqueleto, operación que le puede llevar semanas, meses, incluso años".

El artículo completo:

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Polaroids

Hoy he recibido una carta por correo, dentro no había nada, tan solo una fotografía. Una polaroid mía. Yo mirando a cámara. Seria. Ningún remitente, ninguna nota, nada. Tan solo el nombre de una ciudad escrito a máquina. Dos días después he recibido una segunda carta, dentro otra polaroid. Yo mirando a cámara. Sonrío. Sin remitente de nuevo, ni una nota, nada. Tan solo el nombre de la misma ciudad. El mismo sitio, la misma ropa, la misma luz. A los dos días recibo una tercera carta, en la foto me río a carcajadas. Parezco feliz. Cada semana recibo tres fotos. Siempre en sitios diferentes, lugares en los que no recuerdo haber estado, en los que sé que no he estado. Cada semana tres fotos. La primera seria, la segunda con una leve sonrisa y la tercera riendo sin parar. Parece que me lo paso bien, dondequiera que sea, con quien sea que me hace las fotos. Hace meses que viajo por todo el mundo y me divierto sin saber como ni porque, sin moverme de casa, viajo sin viajar, vivo sin vivir en sitios en los que estoy sin estar con alguien al que conozco pero que no conozco. ¿Llevo una doble vida y no lo sé? Es algo que al principio me preocupaba. Ahora espero ansiosa la próxima carta, el próximo matasellos desde un lugar lejano en el que no he estado pero que seguramente estaré. Espero esas fotos que me haces y en las que consigues hacerme sonreír y ser feliz.

Remolino

Llegamos aquí a través de un portal y nos marcharemos igual. Una vez conseguida nuestra misión nada nos retiene aquí, hemos sido descubiertos y debemos huir. Rápido. Escondidos en casa de un agente amigo somos perseguidos y localizados en seguida. Huimos saltando por una ventana. Me hago daño en el pie al caer desde lo alto, aún así me aguanto y sigo corriendo. Me duele, me muerdo el labio y no pienso en ello. El portal está cerca y entonces estaremos en casa y a salvo. Unos pasos más y habremos llegado. Suenan disparos, están cerca. Por fin, hemos alcanzado el punto de encuentro. El portal es un estanque tranquilo en un parque desierto. Aún no es la hora, está cerrado. Están llegando, deprisa. De pronto el agua empieza a agitarse, se mueve en círculos, como un remolino, cada vez más rápido. Me gritan. Es la hora, salta al agua. La puerta se cierra. Mientras van saltando uno tras otro. D me tiende la mano. Salta, rápido. No quiere dejarme atrás. Pero no escucho, la he visto, está allí, de pie, me mira y sonríe. Nos ha traicionado. Nos ha vendido. Sonríe, lleva un arma en la mano y me apunta. No tiene sentido huir, me dice. Estás atrapada. Me río. Ella no entiende. Dispara, pero no pasa nada. El arma está descargada. Dejo caer los casquillos al suelo. Me vuelvo a reír. Tu ingenuidad me sorprende cada vez más. Estás sola, vive con ello. D me vuelve a gritar. Ahora sí, me lanzó de cabeza detrás de él. El torbellino me atrapa y giro sin parar. Respiro de nuevo y estoy en el mar. Una playa tranquila y desierta, mis compañeros me recogen y me ayudan a llegar a la orilla. ¿Estás bien?, me pregunta D. Si, respondo, solo es una torcedura. Lo tengo, afirmo sonriendo. Y todos me miran mientras abro la mano y les enseño el preciado tesoro por el que hemos luchado y arriesgado nuestra vida. Es tan pequeño que parece increíble que algo en apariencia tan insignificante nos salve. Todos sonríen. D me abraza y nos marchamos caminando lentamente por la playa desierta. Nos esperan. Muchos celebrarán este día. Estoy contenta. La lucha continuará, pero ahora sí, la victoria será nuestra.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Los puentes de Richard Hawley


Gracias a la insistencia de un amigo ha entrado en mi vida este señor. Gracias Southerngeorge!!! En octubre de gira por nuestras tierras. Leí en una entrevista hace poco que decía sobre el título de su nuevo disco 'Lady's bridge' que es el nombre del puente que separaba el barrio pobre del barrio rico de su Shefield natal y que para él tiene un significado especial: 'Trata de ese punto en la vida en el que debes dejar cosas atrás y cruzar al otro lado'. Me ha recordado todos los puentes que he cruzado y los muchos que tendré que cruzar. Por los puentes!!!
La entrevista:

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Te fuiste...

Me he despertado en un lugar que no conozco. Está oscuro y estoy sola. Tengo frío. Estoy desnuda. Siento que me falta algo. Tengo el cuerpo entumecido y no puedo moverme. ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Quién me ha traído? Por unos momentos no entiendo. Hay recuerdos que se agolpan en mi mente pero que no logran salir. Estoy demasiado nerviosa y trato de calmarme. Intento moverme pero no puedo. Tengo que salir de aquí, pienso. Fuera me espera el mundo. Lejos, muy lejos. Me hablaste de lo maravilloso que sería, de lo bien que nos lo pasaríamos juntos. Pero lo cierto es que un día te fuiste y nunca volviste. A duras penas puedo moverme. Me pesa el cuerpo. Me arrastro hasta un espejo y me miro. ¿Soy real? Me falta algo. Hay un vacío en mí y hasta que no me veo reflejada en el espejo no lo entiendo. Nací aquí. Tú me creaste. Me creaste tal y como quisiste pero luego no te convenció tu creación y me dejaste aquí tirada como una muñeca rota, sola y abandonada. No es justo. Yo no pedí nacer. No es culpa mía. Me miro en el espejo y me duele. No estoy acabada. Desgraciado. No me terminaste. Te fuiste y me dejaste a medias. Aprendí mucho de ti. Gracias. Soy una gran observadora. Poco a poco, me voy reconstruyendo. Me coloco un brazo y luego una pierna. Intento caminar y acostumbrarme a mis nuevos miembros. Luego busco algo que ponerme encima para cubrir mi cuerpo. Poco a poco. Poco a poco, logro el control sobre mi misma y entonces, busco una puerta, la abro. Y luego otra puerta, la abro y otra puerta, la abro y entonces la luz. Por fin, el mundo me espera. Estoy impaciente.

lunes, 17 de septiembre de 2007

jueves, 13 de septiembre de 2007

Mensaje a móvil

Sonó el teléfono. Un mensaje a altas horas de la madrugada. Simplemente. Te espero. Sigo durmiendo. Sonó el teléfono. Un mensaje más. Aún te espero. Sigo durmiendo. Sonó el teléfono. Otro mensaje. Aquí estoy. Sigo durmiendo. Así durante toda la noche. Seguiré aquí, ven, es el momento, responde, se que estás ahí, contesta, te necesito, te espero, te siento, no contestas, ya no espero, me voy, nunca más me verás, adiós. Sigo durmiendo. Al día siguiente tuve la extraña sensación de que me había pasado la noche despierta y no sabía porque. ¿Alguien me había llamado? ¿Algún mensaje nuevo? Nada. El móvil estaba vacío. Lo habría soñado. Días después me llegó una grabación a casa. Era él. Me escribía mensajes al móvil que yo no contestaba. Al principio todo parecía normal. Me decía que iba a desaparecer para no volver jamás sino contestaba y que esta sería la prueba. Leía sus mensajes. Te espero. Pasaban los minutos, no había respuesta. Aún te espero. Nada. Aquí estoy. Sin respuesta. Seguiré aquí. Sin contestación. Uno tras otro, sin respuesta, los mensajes mostraban su cara de angustia y a medida que iban siendo enviados, una parte de su cuerpo desaparecía lentamente. Se desdibujaba, perdía definición y desaparecía. No parecía dolerle. Te necesito. Y ya había desaparecido medio cuerpo. Te siento. Tan solo le quedaba una mano. Adiós. Desapareció por completo. Sólo se oyó un leve susurro. Tuve que pasar el dvd varias veces antes de oírlo medianamente bien, aún así no logré distinguir si me decía: te quiero o te odio. Pero la verdad, creo que eso tampoco importa. Quizás fue solo un sueño.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Tupperware


Hacía semanas que la reunión estaba preparada. Mi compañera de piso me lo anunció con antelación. Nena, haré una reunión Tupperware el día 18 y exijo tu asistencia. No acepto no por respuesta, es si o si. A pesar de inventarme una y mil excusas y uno y mil planes, al final un resfriado común me mantuvo encerrada en casa. Las horas iban pasando inexorablemente y ya me veía rodeada de marujas hablando de los beneficios del tupper para conservar los alimentos. Aún recordaba aquellas eternas reuniones en casa de mi madre cuando era pequeña, las mujeres cotorreando, los tuppers yendo y viniendo. Verdes, rojos, amarillos, azules. Los colores me gustaban pero las reuniones eran tremendamente aburridas. Lo único que me gustaba era que me dejaban juguetear con los cacharros de plástico hasta la saciedad. Y allí estaba yo con 38 de fiebre, una tarde de sábado rodeada de seis mujeres dispuestas a comprar tuppers a mansalva para llevarse la comida al trabajo, guardar el embutido o meter la carne en el congelador. La reunión empezó puntual y mi compañera de trabajo fue directa al grano. Lisa estaba destrozada su novio se la pegaba con la vecina del quinto, lloraba a moco tendido. Rona había topado con un chuloputas que la ninguneaba. Esther salía con un hombre casado que le prometía mil veces dejar a su mujer y nunca lo hacía. Marta salía con una abogada que de golpe y porrazo se había vuelto hetero. Nicole, Nicole tenía un rollo muy raro con su hermano y mi compañera de piso llevaba el cotarro de la conversación. Y mientras, yo me preguntaba, ¿qué tendrá que ver esto con los tupper? Parecía una reunión de corazones rotos anónimos. Hola me llamo menganita y me han destrozado el corazón. Y entonces, mi compañera de piso nos mostró el género. Los tuppers. Una gama completa de tuppers de colores diferentes. Pero lo mejor no eran lo prácticos, sencillos de usar o baratos que eran, sino lo que contenían. Dentro de cada tupper había un corazón latiendo. Un corazón vivo. Y esto era una reunión de tuppercorazones partíos, donde podías cambiar tu corazoncito hecho pedacitos por el desgraciado de turno por uno nuevo de trinca y sin estrenar, para vivir el amor como si fuera por primera vez. También tenías corazones maduros y hechos a prueba de bombas, para vivir los caprichos del amor sin sobresaltos porque ya estás de vuelta de todo. Corazones divorciados, corazones solteros empedernidos, corazones amantes hasta la muerte, corazones para todos los gustos. No tenías nada más que dejar el tuyo y cambiarlo por otro. Eso sí, previo pago del tupper en cuestión y dejando una ficha completa de tu historial amoroso para que futuras usuarias pudieran conocer sus antecedentes. Yo aún estaba alucinando cuando todas habían ya escogido sus respectivos 'nuevos corazones', esto era como un heartcrossing o algo así. Todas me miraron sonriendo y mi compañera de piso me dijo: Ahora te toca a ti, cariño, ¿qué corazón quieres tú? Y yo con los ojos abiertos como platos le dije: Gracias, pero creo que de momento aún me quedan cosas por vivir con este. Bueno, respondió ella, pero ya sabes, te apunto para la próxima reunión tupper. Yo asentí y esperé a que todas se fuesen para meterme en la cama de cabeza, ponerme el termómetro y drogarme hasta las cejas. Esto no podía ser real, tenía que haberlo soñado. Varios meses después en el calendario había marcada una fecha: Tupper reunión de corazones partíos, ponía. Pensé durante unos momentos si me gustaba mi corazón y todo lo que había vivido con él y decidí que ese fin de semana me iba al campo de excursión. Creo que de momento, no necesito ningún tupper nuevo.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Vuelve Led Zeppelin!!!!!!!!!!!!!!!!!


Antes de fin de año, Led Zeppelin se reuniría para un único concierto en el estadio O2 Arena de Londres. Robert Plant, Jimmy Page y John Paul Jones contarían con la presencia de Jason Bonham (hijo del legendario Bonzo) en batería, supliendo a su difunto padre.



Me va a dar un siroco de aquí a poco. Mira, un pareado. Jejejejeje.

Viaje a las estrellas

Era de noche. Una luz cegadora entró por la ventana mientras dormía plácidamente. Desperté. Al principio tuve miedo, luego sonreí. Una estrella se coló por mi ventana. Brillaba con intensidad. Los ojos me lloraban por la fuerte luz. Me habló. Acércate. No tengas miedo. Me acerqué cautelosamente. Dejó que la acariciase. Los rayos fluían en el aire con diferentes intensidades. Me fundí con ella en esa luz. Salimos de mi habitación y partimos. Surcamos el cielo hacia las estrellas. Nos estaban esperando. Viajé hacia las estrellas y allí me quedé.

Crónicas conciertos-críticas cine

Por fin y después de muchos siglos actualizo el blog de artículos periodísticos con algunas crónicas de conciertos y críticas de cine.
http://anabelvelezperiodista.blogspot.com/

Respiro

Respiro. Respiro. Respiro. Respiro. Aún sé que estoy aquí. Respiro. Respiro. Durante unos segundos creí que me había ido. Nada parecía ser real. Todo era más extraño de lo que normalmente lo es. Simplemente di un salto que antes jamás habría dado. La hostia fue tremenda pero respiro. Respiro. Sigo aquí. Estoy entera. Aún no me lo puedo creer. Por las noches soñaba que volaba. Pensé que los sueños se harían realidad, que flotaría y me dejaría llevar mecida suavemente por el viento entre las nubes del cielo. Pero no fue así. Caí como un peso muerto y me estampé contra el suelo. Pero aún respiro. Respiro. Respiro. Respiro. La próxima vez, me pondré el maldito paracaídas.

martes, 4 de septiembre de 2007

martes...


Stromboli

Vivía en una pequeña isla alejada del mundo. Nunca nadie pasó por allí desde que llegó. Una pequeña niebla rodeaba la isla y la protegía de influencias externas. Era lo que quería, por eso fue allí. Huyendo de los males del mundo. Huyendo del demonio. Todo fue así hasta un día. Un día de finales de verano cuando el sol picaba en mitad de la tarde y paseando por una de sus playas de aguas cristalinas descubrió algo que el día anterior no estaba, un embarcadero de madera. Lo más curioso es que era imposible que alguien lo hubiese construido durante la noche, nadie más habitaba aquella isla y además, el embarcadero había sufrido el paso del tiempo y los incontables años, parecía demasiado antiguo para ser nuevo. Prefirió no acercarse y pasar de largo. Aquello era una mala señal. Al día siguiente el embarcadero seguía allí, y al otro y al otro. Nadie se había acercado a él desde el otro lado del mar. Picado por la curiosidad fue hasta el lugar y caminó descalzo sobre la madera antigua que crujía. Se acercó hasta el final del embarcadero, miró el agua transparente y luego hacia el horizonte. Nada se veía, todo seguía igual, nada había cambiado. Al día siguiente volvió a pasar por allí en su paseo de todas las tardes y notó algo extraño. Una pequeña barca de madera estaba atada al embarcadero. Al principio se asustó, pensó que habían invadido su pequeña isla y que estaba perdido. Entonces se puso manos a la obra y la registró de arriba a abajo, buscando al intruso con la intención de echarlo a patadas si era necesario. Aquella era su isla y nadie se la quitaría. Pero allí no había nadie. Él era el único habitante. No entendía que estaba pasando pero al día siguiente se acercó de nuevo al embarcadero. Miro la barca, luego hacía la isla donde había estado su hogar durante tantos años de retiro y luego la barca otra vez. No lo dudó ni un momento, se sentó en la barca y se puso a remar. Y mientras abandonaba su isla, supo que había llegado el momento de volver, que ya no quería huir más, que el mundo estaba allí esperándolo. Aquella noche soñó que abandonaba una isla en la que creía que había vivido incontables años y que no era otra que su propio yo.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Luz amarilla

El cielo se expande. Las nubes caminan silenciosas, a veces empujadas por el viento. Todo pasa y llega. La luz amarilla que culmina el firmamento se oscurece y da paso a la noche. Esa luz presagia cambios por venir. Aún no han llegado pero se acercan. La espera será breve.

septiembre

Ramón ha vuelto y yo también. ;-)