sábado, 26 de febrero de 2011

historias

-¿Te parece bonito tenerme aquí esperando?, me dijo.
Llevaba con la idea de escribir esta historia semanas pero no encontraba el momento, ni las ganas. Estaba todo en mi cabeza, el personaje, el escenario, la situación, solo faltaba ponerme delante del ordenador a teclear. Pero no fui capaz. Hasta que un día se plantó delante de mí y me espetó eso de:
-¿Te parece bonito tenerme aquí esperando?
Quien iba pensar que se me iba a aparecer mi propio personaje delante de las narices y que me iba a exigir que escribiera su maldita historia, cito textualmente, de una puta vez porque estaba hasta los cojones de esperar en el limbo. Yo seguía sin ganas pero lo cierto es que su mirada feroz, sus malas maneras y su actitud agresiva, y para que negarlo, el par de ostias que me dio, acabaron de convencerme. Y aquí estoy escribiendo una historia que hace semanas que me rondaba por la cabeza...


Inspirado por esta entrada en el blog de Neil Gaiman:

Sometimes I think that when I die, or perhaps as I am dying, I shall be confronted with my characters.

Not the ones you would expect, the ones who had their stories, but the other ones. The characters whose stories I planned to tell but never did. There was the girl who never made it into Season of Mists (was her name Carmen? I think it was) who talked about herself in the third person and described herself as "hard as effin nails", and the lonely journalist trying to investigate the Bender family in Kansas and elsewhere in the Michael Zulli Sweeney Todd story, and Jenny Kertin who is waiting for me to take her to the village of Wall and wishes I'd hurry it up...

Them, and a few dozen others, the people from the tales I never told, who have waited on the boundaries between the potential and the actual, in a ghostly limbo. They'll be so disappointed when I die. And I have no doubt I will feel guilty, for all the stories I'll never write.

Not that that'll be happening for some time to come. But I've been talking to friends of mine who are writers at the end of their lives, and it makes me think.

http://journal.neilgaiman.com/2011/02/one-of-those-slightly-random-too-long.html?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter

domingo, 20 de febrero de 2011

Pasillos

Me citaron en aquel antiguo colegio abandonado. Recuerdo que pasé allí muchos momentos, jugando en su patio o por aquellos largos pasillos, nunca me los imaginé así. Abandonados. Viejos y sucios. Sin vida. Paseando en silencio, solo con el sonido de mis pasos en el eco de las aulas vacías, aquel sitio me dio pavor. El pasillo nunca me pareció tan estrecho, tan largo, ni tan oscuro. Era la hora convenida, pero no había aparecido nadie en el lugar. Tenía la mercancia. Una pequeña tarjeta de memoria. En mi mano, no parecía gran cosa. Pero dentro, dentro estaba el infierno. De pronto, un ruido conocido, como un riachuelo que corre por el bosque, agua. Un pequeño río, después un torrente, el agua cubriéndome los pies y de repente el pasillo se inundó hasta el techo y yo no pude hacer otra cosa que aferrar con fuerza la maltita tarjeta de memoria, aguantar el aire y nadar. ¿Hacía donde? No lo sabía pero se me acababa el aire y no sabía como salir de allí, de golpe, todas la puertas y ventanas parecían cerradas y solo estábamos, el pasillo, el agua y yo. Fui nadando a duras penas hasta el final del pasillo, la puerta de enfrente parecía en mal estado, quizás si la empujaba con fuerza podría abrirla, pero el aire se me acababa. Y al fin llegó, el último estertor, el último resto de aire y el agua entró con fuerza en mis pulmones, sentí como me anegaba por dentro. El fin, pensé. Ha llegado. Pero no pasó nada, seguí respirando. Ya me lo decía mi madre, en otra vida debiste ser pez. Por lo visto, tenía razón. Le pegué un patada a la puerta, más pasillos y más agua, bueno, ahora que podía respirar debajo del agua no me preocupaba. Pero pensé, cuando encuentre al maldito bastardo que me ha metido aquí, le hago tragarse la tarjeta de memoria debajo del agua...

miércoles, 16 de febrero de 2011

Señoras mayores pintadas en la piscina

Cada día me sorprende más ver a este raro especimen acuático que encuentro cada día en mis baños en la piscina. El agua, ese líquido elemento primordial que nos da vida, sirve para muchas cosas, entre ellas acoger a ese rara avis que es la señora mayor pintada. Con su gorrito de la época de mari castaña, sus labios rojos o rosa chillón, siempre en colores estridentes que llamen suficientemente la atención, sus cejas tan perfiladas que parecen desaparecer en una fina línea y el rimel que jamás se les corre. Lo cierto es que ese singular ejemplar de las aguas cálidas de las piscinas pequeñas y que no cubren, jamás se sumerge. Nada, por llamarlo de alguna manera, con el gaznate estirado hasta límites imposibles para evitar que su maquillaje se estropee o que su pelo se moje y sus maravillosos cardados ya aplastados de por si por el gorro, acaben destrozados. Otra de las características del especimen que nos ocupa es el lucimiento indudable de oropéles, pendientones de perlas, collares de oro reluciente o anillos con pedrusco incorporado. Todo el lote completo, el kit esencial de la maruja. No hay que olvidar que estas señora mayores pintadas son además un animal peligroso y que uno no se debe confiar ante su aspecto anodino e inofensivo, porque cuando nadan, les da igual que haya otros seres alrededor, invaden la piscina a manotazo limpio, el estilo natatorio que mejor se les da y si te tienen que avasallar en su camino, no tienen misericordia ni piedad. Lo más extraordinario de todo es que cuando pertrechado con unas gafas de buceo, el explorador de estos territorios se sumerge en las profundidades, poco profundas, de las piscinas de este tipo, se nos revela el secreto, la verdadera apariencia de estas señoras mayores pintadas, que detrás de la imagen que nos ofrecen en la superficie, como los iceberg, esconden un ser monstruoso, con un cuerpo descomunal y unos tentáculos largos y pegajosos de un color violáceo que asustarían al más intrépido aventurero. Afortunadamente, las señoras mayores pintadas mantienen las apariencias, poca gente se atreve a sumergirse en la piscina pequeña debajo de las aguas. Y ellas mantienen sus estupendos cardados bajo su gorro y sobretodo el venenoso color de sus labios encarnados. Aviso a todos los nadadores, mantengase alejados.

martes, 15 de febrero de 2011

Granada

He estado unos días de descanso en Granada, ciudad estupenda y maravillosa con un tesoro impresionante que es la Alhambra y esa maravilla de Generalife. Cuando sea mayor quiero un sitio así para ir a relajarme y tomarme el vermutillo al fresco. :-) Un sitio rodeado de agua, definitivamente soy un ser acuático, no hay duda.


En breve, nuevos relatos. Espero.

Besos a todos y bienvenida Dotdogson.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Hemptshore

Cuando llegaron, nadie sabia quienes eran. Llegaron con sus barcos a la costa, todos fuimos a recibirlos con emoción, pero no sabíamos realmente lo que querían. Fuimos ingenuos, pero creímos que los dioses nos protegerían. No lo hicieron. Ahora vivimos escondidos, en los bosques, lejos del mar que nos vio crecer y nos alimentó. Ahora somos diferentes, ya nunca volveremos a ver la vida como la vimos. Ahora vivimos en los árboles, cazamos animales que nunca antes cazamos, comemos plantas que nunca antes comimos y vivimos escondidos, entre sombras. Antes el sol era uno de nuestros dioses, ahora lo son los árboles. Ellos nos protegen. A los pocos que quedamos. Nos hablan, nos cuentan historias ancestrales que nunca antes oímos. Ahora, cuando nos acercamos al mar, ya no entendemos lo que nos dice, nos habla, pero el sonido de su voz es irreconocible. Nos repudió el día que llegaron y nos arrebataron todo lo que quisimos. A veces, subo la ladera que separaba nuestro poblado del mar y miro como se agita y lucha con sus olas gigantescas en un día de furia y temporal, cuando ni siquiera los invasores se atreven a acercarse. Lo echo de menos. Alguna que otra vez, consigo entender lo que me dice, palabras sueltas, tristeza, dolor, abandono. Y le digo que no fue culpa nuestra, que él nos trajo la desgracia en sus grandes barcos y lo único que recibo es silencio. Esos días, vuelvo al bosque con lágrimas en los ojos. Sé que nunca volverá a ser igual, pero los árboles me reciben con sus ramas y sus hojas balanceándose con el viento y me cuentan historias de victoria y protección, me hacen sentir que formo parte de algo que va más allá de mi mismo. Sé que nunca olvidaré el mar que me vio nacer, pero ahora los árboles son mi casa. Ellos nos protegerán, pero nos advierten, tenemos que luchar. No podemos quedarnos esperando que ellos solos nos defiendan, no podemos hacer como ya hicimos, esperar que el mar nos defendiese. No podemos esperar que los dioses hagan nuestro trabajo. Ahora lo sabemos. Antes no. El mago de la tribu nos maldijo por eso, se fue a ofrecer sacrificios al mar, nunca más volvimos a verlo. Ahora vivimos mejor. Aprendemos día a día y nuestros hijos con nosotros. Es lo que cuenta. Sobrevivir. Aquí, al lado del mar o en el fin del mundo. Es lo que cuenta. 


Paréntesis pingüinoso.
Gracias Juanjo por los pingüinos.