viernes, 21 de diciembre de 2012

Aeropuerto. Terminal. Alaska.


Nuestro vuelo se desvió de su ruta habitual. Fuertes tormentas nos obligaron a aterrizar más allá de Canadá. La pista y el aeropuerto entero estaban cubiertos de nieve. Parecía el paisaje de una postal. "Recuerdos desde Cicely, Alaska", podría decir. Nos abrigamos como pudimos y salimos del avión bajando por la escalerilla. La terminal nos esperaba. Allí pasaríamos la noche hasta que algún vuelo pudiera llevarnos de vuelta a donde queríamos ir. Las montañas nevadas nos rodeaban. Caminábamos sobre la nieve como esquimales inexpertos aprendiendo a vivir. Todos corrían y tropezaban en la nieve, todos menos yo. Parecía que huían de algo que les persiguiese. Me paré unos segundos, abrigada como estaba hasta las cejas, a observar las montañas y una certeza me sacudió. Había llegado a mi destino. De repente, un lobo aulló en la noche. Vaya, pensé, me han encontrado. Y caminé dejando atrás la terminal y a mis compañeros de viaje, las montañas me esperaban.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Caminábamos sobre la nieve como esquimales inexpertos aprendiendo a vivir...

M'encanta!

Serà que d'alguna manera em sento també així?

És fantàstic, Anabel!