domingo, 17 de abril de 2011

Aullidos

En la noche cerrada, la luna llena gigantesca como un faro escondida tras las nubes guiaba mis pasos, corría, huía, no sabía hacia donde ni porque. Sólo sabía que tenía que seguir corriendo. El aullido en mitad del silencio me desgarró. El terror me paralizó durante unos segundos. Tiempo perdido. Tenía que escapar, si me alcanzaban nunca podría salvarme. Seguí corriendo, me faltaba el aire, pero no podía parar. La luna cayó sobre mi implacable cuando el viento alejó a las nubes y en breves instantes ya no fui yo, fui otra, salvaje y descontrolada. Aullé en la noche. Por fin, me habían encontrado. Ahora la lucha sería entre iguales. Miré a la luna por unos instantes. Mis pupilas se dilataron. Enseñé mis colmillos. Estaba rodeada. Moriré antes de darme por vencida, sucios chuchos de montaña. Me lancé sobre ellos sin piedad. La luna fue testigo. Todo lo demás es historia.

viernes, 15 de abril de 2011

El cuento del cuento (III)

Ir al supermercado no me gusta. Montones y montones de estanterías colocadas estratégicamente para que consumas, pasillos interminables, señoras mayores que se cuelan delante tuyo y te miran con cara de odio con un fuet fuertemente agarrado en la mano. Peligro. Fui a comprar lo necesario, rápido y así poder salir pronto de allí. No encontraba los malditos cereales. Después de deambular por cinco pasillos diferentes, por fin los encontré. Cogí el paquete, fibra y frutas rojas. 'Yo prefiero los de chocolate', dijo el cuento. 'A mi me gustan más estos', le respondí yo. El cuento puso los brazos en jarras mirándome desde abajo, todo lo pequeño que era y me espetó: '¿Qué prefieres que te salga, un Chéjov o un churro?'. Ni que decir tiene que me llevé los cereales de chocolate. Esto se está empezando a parecer a un estado policial...

martes, 5 de abril de 2011

El cuento del cuento (II)

El cuervo se posó en el alféizar de la ventana. La había dejado abierta porque entraba una brisa fresca. Se posó y me miró tranquilamente como si fuera a hablarme. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. El cuento me dijo: 'Ni se te ocurra, eso ya lo pensó Poe hace más de un siglo'. Y se quedó tan ancho. A veces el cuento podía ser verdaderamente insoportable. Le hubiera partido la cara. Pero era el cuento, no podía hacerlo. Además, tenía razón.

viernes, 1 de abril de 2011

El cuento del cuento

El cuento picó a mi puerta. El timbré sonó. Eran las cuatro de la tarde y me había quedado adormilada en el sofá. Tenía que haber estado escribiendo pero no me salía nada, ni una palabra. Entonces el cuento llamó a mi puerta. Llevaba sombrero borsalino y botines. Vestía todo de negro. Y me dijo: 'He venido a conquistarte. La resistencia es inútil. !Ríndete!'. ¿Qué iba a hacer? Me rendí. ¡Dios! ¡Llevaba un borsalino! ¿Cómo me iba a resistir? Y el cuento me invadió. Desde entonces se ha instalado en mi casa.