Noche de luna llena. Oscuridad. Caminas por la calle y te das cuenta de que estás sola de que no hay nadie contigo ni nadie a tu alrededor. Oyes ruidos extraños, pero no te asustas, sigues tu camino hacía casa. Hace calor. Subes una calle y te encuentras a una oveja.
Beeeeeeeeeeeeeee. Te mira y bala de nuevo.
Beeeeeeeeeeeeee. Crees que estás soñando. Miras a todos lados, en busca de alguna explicación. ¿Qué demonios hace una oveja en medio de una calle en la ciudad?
Beeeeeeeeeeee. Parece que te está llamando. Te acercas cautelosamente aunque no sabes porque. La
ovejita es relinda. Con su pelaje blanco en pleno verano, parece
mullidita pero debe estar pasando un calor infernal.
Beeeeeeeeeeeeeeeee. Te acercas y la acaricias suavemente en el lomo. Ella levanta la cabeza.
Beeeeeeeeeeeee, sonríe y la boca se le hace cada vez más grande. Le salen una colmillos enormes y de golpe y porrazo es más grande que tú y en vez de hacer un triste
beeeeeeeeeee, hace un gran
AAAAAAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUU!! Y te come de un bocado. Eso por tonta y fiarte de los
corderitos. El lobo tiene la tripa tan llena que casi no puede moverse. De pronto,
ummm, algo raro pasa, piensa el lobo: no debí comérmela de un bocado, creo que se me ha indigestado. Y de golpe y porrazo una hoja afilada le atraviesa el estómago peludo, le abre un gran tajo de arriba a abajo con una navaja albaceteña y se abre paso una mano, luego un brazo, una cabeza, un torso que lucha por salir a la superficie y respirar. Ya está libre, por fin. El lobo coleando los últimos estertores la mira con cara de tonto y ella le dice: Esto, me lo enseñó mi amiga
caperucita. Le tira un escupitajo encima y se va tan campante a
casita pensando, qué asco dan los jugos gástricos por dios, me voy a dar un buen baño que apesto a lobo. ;-)
p.d. Echaba de menos a
caperucita.