martes, 27 de febrero de 2007

Osito

He perdido un juguete que vivía conmigo desde que nací. Era un osito de peluche. Vivía sentado en una estantería, me miraba cuando me acostaba y cuando me levantaba, cuando escuchaba música, cuando leía, cuando dormía, cuando soñaba. Me miraba y sonreía. Parecía feliz. Un día llegué a casa y ya no estaba. Pregunté a todo el mundo, nadie sabía nada. ¿Estaría en algún cubo de basura tirado y abandonado? ¿Pasaría frío y se sentiría solo? Miraba todos los días por la ventana esperando su retorno, preocupada. Pasaban las semanas, los meses. Ya no tenía esperanzas. Entonces, un día recibí una postal desde las Bahamas. 'No te preocupes por mí. Estoy bien. Esto es increíble. Quería ver mundo. Tú ya eres mayor y ya no me necesitas. No fui capaz de escribirte una nota, no podía coger el boli porque no tengo dedos. Y odio las despedidas. Espero que no estés enfadada. Besos, Osito.

p. d. Te mantendré informada de mis andanzas. Próxima parada: Alaska'.

domingo, 25 de febrero de 2007

Oda a Tom Waits




http://www.youtube.com/watch?v=pm01c0scvgU

Un día soñé que Tom Waits me invitaba a desayunar. ¿Qué tomarán los señores? Para mí café y tostadas, por favor, dijo Tom. Yo quiero un té y un croissant con mantequilla y mermelada. Apenas probé la macedonia de frutas. Él se lo comió todo y calló. Tuve que hablar yo. Mi voz no sonaba interesante. La suya sí. Pero él siguió sin decir palabra mientras yo disertaba sobre la oreja que Van gogh se cortó. Hazlo llover, sentenció él. Y llovió.

sábado, 24 de febrero de 2007

The wicked rose

Todos los años por estas fechas vengo a esta taberna en el vórtice del mundo, entre lo real y lo irreal. Todos los años. Me siento en la misma mesa que por suerte siempre esta libre y espero. Pido una jarra de hidromiel y espero. Todos los años por estas fechas. En un momento dado, un golpe de viento abre la puerta violentamente. Nadie parece darse cuenta pero alguien ha entrado. Camina sigilosamente hacía mi y se sienta en frente mío. Viste una larga túnica negra que le cubre todo el cuerpo, puedo ver sus ojos, rojos, debajo de la capa y su sonrisa fría y terrible cuando me saluda. Otro año más. Todos los años por estas fechas nos reunimos en esta taberna. Siempre pienso que algún día, para mí será la última vez pero ella que parece que me lee el pensamiento se ríe. Ten cuidado con lo que deseas porque se puede convertir en realidad, me dice. Todos los años por estas fechas nos encontramos aquí. La Vida y la Muerte, juntas. Descansamos por unos segundos de nuestras obligaciones. Nos saludamos, pasamos el rato y nos tomamos unas cuantas jarras de hidromiel. Todos los años.

martes, 20 de febrero de 2007

Palabras que desaparecen

Últimamente me pasa algo curioso, al principio pensaba que era una tontería pero ya empieza a ser preocupante. Me como las palabras. Escribo una frase y me falta texto. Primero era una preposición. Luego, vino una palabra de dos sílabas, después un verbo, dos palabras, una oración entera... No duermo por las noches pensando donde irán a parar todas esas palabras. Tardo horas y horas en escribir dos simples líneas de texto porque las palabras desaparecen. No soy consciente de ello hasta que leo lo que he escrito. Estoy desesperada. No sé que hacer. Mis dificultades para comunicarme vía escrita son cada vez mayores. Esto que lees se lo dicto a otra persona. Después de varias semanas no me atrevo a escribir yo misma, ni en el ordenador, ni siquiera a mano. Las palabras desaparecen de mis frases, se quedan cojas, huérfanas de significado. Por si eso fuera poco, ahora han empezado a desaparecer las palabras de otros. Palabras ya escritas, quiero decir. No es que desaparezcan mientras el compañero de al lado de un cibercafé esté escribiendo un mail, qué también me ha pasado, sino que es algo mucho peor. El jueves pasado leyendo un libro sentada en mi sofá tranquilamente, empecé a pensar que tenía problemas en la vista. Mis ojos me fallan, llevo demasiadas horas leyendo. Las palabras empezaron a bailar y cuando me di cuenta, una frase entera había desaparecido y dejaba paso al vacío en blanco de la página. Dos minutos después era un párrafo entero y unos diez minutos más tarde todo un capítulo. Lancé el libro lo más lejos posible asustada y me fui corriendo a la habitación a meterme debajo de las sábanas de la cama. ¿qué demonios me está pasando? Con el tiempo me he dado cuenta que no todas las palabras desaparecen y ya no me asusto como antes. No me pasa cuando leo el periódico o cuando veo carteles pegados en la pared paseando por la calle o un indicativo de dirección. Sólo desaparecen mis propias palabras o las de aquellos libros que adoro. Es una gran putada porque acabo ver desaparecer delante mío capítulos enteros de Rayuela. Lo más curioso de todo es que la desaparición de palabras que escribo y leo va en progresión con mi perdida de apetito. Hace días que prácticamente no como. Y creo que ya sé adonde van todas esas palabras, me las como, me alimento de ellas. Me he pesado esta mañana y he engordado tres kilitos, la verdad es que me han sentado bien. Estaba demasiado delgada. Ahora estoy pensando como me sentarían unas palabras cocinadas por Henning Mankell u otras preparadas por García Márquez. El menú que se abre ante mí es infinito. ¿Cuál será mi siguiente plato?Ummmm.

Si no me hubiera comido unas cuantas palabras en un post en el fotolog de Santi, no sé si hubiera escrito esto hoy. Gracias.

lunes, 19 de febrero de 2007

lunes!!!!!!!!!!!!!!!!!!!



Hoy necesito a Ramón más que nunca. Fin de semana intenso. Los Freewheelin' Tornados presentaron su segundo disco Acapulco Gold en el Apolo 2. Una joya de disco y un lujo de concierto. El domingo Santi Campos con Edu izquierdo y los Hijos Bastardos de Henry Chinasky se presentaron en sociedad en Barcelona con un conciertazo en el Valhalla, emotivo, divertido, tremendo. Y el domingo, NIN en razzmatazz. A parte de las juergas posteriores. Buena gente, buena música, buenos amigos. Me repito más que el ajo, pero necesito un fin de semana para descansar del fin de semana. Uff, aún así, repetiría, me lo he pasado genial.

viernes, 16 de febrero de 2007

Por fin viernes...


Popo es un pozo de sabiduría. Más tiras de Ramón en el país.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Espejo


Esta mañana me he levantado pronto. No ha sido porque haya querido. Simplemente me he desvelado y luego no me he podido dormir otra vez. De hecho, cuando me he despertado eran las cinco de la mañana. He dado vueltas y vueltas en la cama como una peonza. Luego me he levantado, he caminado, he leído, he comido algo, he hecho el tonto hasta que me he cansado. Me he vuelto a meter en la cama y nada. Al final cansada de estar cansada he desistido y me he puesto delante del ordenador a escribir varias cosas que tenía pendientes. A las pocas horas, he parado para hacerme un té y desayunar algo. Luego, he ido al lavabo. Me he mirado en el espejo. Por unos segundos me he quedado mirando. Absorta. Han sido apenas unos segundos en los que me he mirado fijamente, casi sin moverme, solo observándome. Supongo que la cara de cansancio y sueño, las ojeras profundas, el sueño que grita dentro de mí. Y luego me he ido. O eso he pretendido porque cuando he querido salir me he visto atrapada. ¿Atrapada en el cuarto de baño? No. Atrapada en el espejo. No he podido salir del marco, he chocado una y otra vez contra él como si fuera una pared gruesa, infranqueable. He caminado hacia el extremo contrario y me ha vuelto a pasar lo mismo. Estoy desesperada, es el sueño, el sueño puede conmigo. No estoy atrapada. No estoy secuestrada por un espejo. He empezado a personalizar el espejo a animarlo como si estuviera vivo, a escupirle, gritarle, insultarle. Sin resultado. Me ha secuestrado. Estoy atrapada en este espacio pequeño que solo muestra la parte del lavabo que refleja el espejo. He intentado calmarme y vencida por el cansancio después de gritar y patalear durante horas me he tumbado en el suelo y creo que me he dormido. ¿Pedirá el espejo un rescate por mí? Me he despertado y he visto angustiada que seguía estando dentro del espejo. Y entonces, me he visto, me he visto al otro lado del espejo. Soñolienta, mirándome fijamente. Supongo que la cara de cansancio y sueño, las ojeras profundas, el sueño que grita dentro de mí. Y luego me he ido. Pero esa otra yo se ha ido, ha salido por la puerta y se ha ido. Y yo me he quedado aquí gritando y aporreando el espejo sin que nadie me oyera, secuestrada, atrapada, sin salida. Un simple reflejo soñoliento.

lunes, 12 de febrero de 2007

Desierto

Me han dejado abandonada en mitad del desierto. Aún no sé porque, aún no se quién. Me he despertado tirada en mitad del suelo cuando el sol ha comenzado a pegar fuerte. Tengo sed. Hace calor. He comenzado a caminar sin rumbo hacía algun lugar. No recuerdo. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? Decido subir una montaña en la lejanía, desde lo alto podré ver que hay más allá. El esfuerzo físico me deja agotada, sigo subiendo, subo y subo. Me agarro a las piedras con las manos hasta hacerme sangre. La piel me quema, hace calor, tengo sed. Casi al llegar arriba oigo un ruido, un rumor de agua. Las pupilas se me dilatan, la boca me saliva. Agua, agua, agua. Me muevo hacia la izquierda y veo un riachuelo, lo suficientemente grande para meterme dentro y saciar mi sed y mi calor. Oh, !qué placer! Entonces oigo ruido y sigo el cauce del río a contracorriente. No es un río, ni un riachuelo cualquiera. El río nace de una casa, de la piscina de una casa. Hay mucha gente en la terraza, diversos toldos protegen de calor a los invitados. Parece una fiesta. Alguien me tiende la mano y me ayuda a salir del agua. Únete a nosotros querida, me dice. Es un hombre de unos 50 años, viste de blanco inmaculado, como todos los invitados. Me miran. Te estábamos esperando, me dice el hombre. Y todos empiezan a aplaudirme como si yo fuera una estrella de hollywood o algo así. Come algo y refréscate, me sugiere y me acompaña a una habitación donde me puedo cambiar y adecentarme. Me han dado ropa nueva, blanca. Nunca me gustó el blanco. ¿Qué demonios hago yo aquí?¿Quiénes son ustedes?, pregunto. Te estábamos esperando. Esta es tu bienvenida. ¿Bienvenida a donde? Al cielo, esto es el cielo y tu estás muerta. !Hay que joderse¡, exclamo y de golpe y porrazo suenan truenos y relámpagos. La casa retumba y parece que sus cimientos se mueven. El hombre de mediana edad me mira con reproche y me dice: Has enfadado a Dios, eso no está bien. Y todo se vuelve oscuro y hace muchísimo calor. ¿Dónde demonios estoy? Bienvenida, dice una voz sibilina que creo reconocer perfectamente. El puto diablo, lo que faltaba. ¿Esto es una pesadilla verdad?, grito desesperada y me despierto. ¿Dónde demonios se ha metido caperucita?

Sino puedes con los lunes...



Adoro la tira cómica de Ramón en el pais.

http://www.elpais.com/vineta/?d_date=20070212&autor=Ram%F3n&anchor=elpporopi&xref=20070212elpepuvin_1&type=Tes&k=Ramon

jueves, 8 de febrero de 2007

bruja piruja

Enseñar en una universidad inglesa. Nunca pensé que acabaría de profesora y menos en Inglaterra. Mis alumnos, a pesar de mi juventud, me respetan. Mis clases son concurridas y entretenidas. Todo parece ir bien. Parece. Una mañana me levanté y descubrí que tenía un poder. Vamos que soy clarividente, bruja, un maldito oráculo. Veo cosas. Al principio, pensé que era algo temporal. A lo mejor me había dado un golpe en la cabeza y una inflamación en el cerebro me hacía ver cosas que normalmente la gente no ve, como en las pelis. Pero no recordaba haberme dado ningún golpe. Lo cierto es que hace meses que veo cosas y no hay manera de librarme de ellas. A veces se me escapaban, minucias sin importancia. Alguien perdía sus llaves y yo, mira en la cocina y allí estaban. Estoy preocupada por mi hija, mañana te llama y la llamaba. Al principio me daban las gracias pero luego, la gente empezó a mirarme raro. El profesor Wilkinson, especializado en mitos y cultura mágica me viene persiguiendo desde hace semanas. Debe haberse dado cuenta de algo. ¿Querrá estudiarme? Me voy a convertir en un fenómeno paranormal, saldré en Cuarto Milenio e Iker Jiménez me mirará con esa mirada suya que a veces da miedo. Me preguntará si soy una bruja y yo tendré que decir que si. Probablemente mis vecinos se enteren de todo en breve y empiecen a echarme la culpa del gato que desapareció, de la rueda pinchada, de la muerte de la vecina del número 65 y al final, como en Frankenstein vendrán a acorralarme en mi casa y me lincharan. Luego se irán contentos y felices a sus casas a tomarse el té de las 5. Hoy el profesor Wilkinson me ha perseguido por todo el campus hasta que me ha acorralado, antes de que pusiera sus temibles y enormes manos sobre mí, el rector ha aparecido. Quería hablar con él de la conferencia del mes siguiente. He podido escaparme. Pero no por mucho tiempo, a última hora de la tarde iba andando apresuradamente por el claustro, no había nadie, solo se oían mis pasos rápidos y de golpe y porrazo me ha pillado. Aaaaahhh!!! ¡Qué susto me has pegado! ¡Deja de perseguirme!, le grité asustada. Necesito tu ayuda, me ha espetado. ¿Mi ayuda?, le pregunto. Creía que querías analizarme, estudiarme, publicar un trabajo sobre mí, hacerte famosos. Para, para, me exige él. Sólo quiero saber donde está ella. Y entonces lo entiendo. ¿Tienes una hoja en blanco?, le pregunto. Sí, me dice alcanzándome un folio de su carpeta. Cojo un pilot y empiezo a dibujar, un mapa, Europa, Francia, un pueblo, Carcassone y una X enorme. Está allí, le digo. Y se marcha con el mapa. Esa noche dormí del tirón y al día siguiente, ya no veía cosas. Wilkinson nunca más volvió a molestarme. Se marchó y al cabo de un mes volvió. No hablaba conmigo pero siempre que pasaba a mi lado me sonreía. Ya no soy una bruja, me gusta. Demasiada responsabilidad. Prefiero simplemente, enseñar.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Maestro

Mi maestro y yo fuimos a pescar a la playa. A veces, después de un duro día de trabajo, nos relajábamos pescando peces de playa. Aunque yo al principio no lo sabía, estos momentos de calma y paz formaban parte de sus enseñanzas. Estábamos sentados sobre la arena de la playa con nuestras cañas a media tarde. Siempre íbamos a la misma playa desierta, donde el rumor y la calma del mar nos apaciguaba. El maestro pescó mucho como siempre, yo simplemente pesqué. Cuando pescábamos un pez, lo depositábamos en un cubo de madera con agua salada y al acabar la jornada, los devolvíamos al mar. Pero aquella vez, el maestro no devolvió a las aguas saladas a un pequeño pez plateado y con manchas azules y rojas. Este es un pez especial, dijo. Es el pez de mi destino. Abrió la boca y se lo trago sin masticarlo. Emprendimos el camino hacia casa y una vez allí, el maestro se sintió cansado y me pidió que le ayudase a acostarlo. Y entonces me dijo, es la hora de que sigas tu camino sólo, yo te he de dejar. Mi trabajo ha acabado. Algún día, al lado de tu alumno pescarás un pez plateado y con manchas azules y rojas y sabrás que has cumplido con tu trabajo. Después de decir esto, cerró los ojos y se durmió. Nunca más despertó.

p.d. la había colgado en mi fotolog, la cuelgo aquí también.

Le moustache

Le moustache nació con un pequeño y tupido bigotito. Pensaron que como algunos niños que a veces nacen con pelo pero a los pocos días lo pierden, a ella le pasaría lo mismo, pero lo cierto es que el bigote no solo no se cayó sino que continúo creciendo. Así que Le moustache, como todos comenzaron a llamarla desde pequeña convivió con su bigote. Sus padres tremendamente preocupados pensaron que su hija siempre sería una desgraciada, por eso, empezaron a afeitarle el bigote desde que nació. La niña creía en su ingenuidad infantil que todas las niñas se afeitaban el bigote y cuando descubrió que no era cierto, sufrió un shock. Lejos de amilanarse o sentirse inferior, Le moustache decidió que no se iba a quitar su signo distintivo y desde su más tierna infancia lució un tupido bigote castaño que cuidaba con primor. Muchas peleas tuvo con sus padres, ya que ellos pensaban demasiado en el que dirán. Pero Le moustache estaba decidida. Ella era como era y si a la gente no le gustaba que no la mirara. Al contrario de lo que pensaban sus padres, Le moustache no produjo rechazo entre sus compañeros de colegio ni entre las gentes del pueblo sino que fue aceptada sin problemas. Sus padres emocionados pudieron respirar tranquilos, su hija tendría una infancia normal. Sus amigos la llamaban cariñosamente Le moustache y a ella no le importaba. Lo cierto es que la niña se convirtió en una joven y hermosa muchacha por la que todos suspiraban. Pronto, fue considerada la joven más atractiva del pueblo y los jóvenes del lugar se disputaban sus afectos. Le moustache por su parte continuaba su vida ajena a todo esto. Era feliz. Pero pronto, las mujeres del lugar empezaron a envidiarla. Los hombres, niños, adultos o ancianos del lugar bebían los vientos por la joven Le moustache. Incluso hombres de los alrededores viajaban al pueblo solo para tomarse algo a las puertas de la tasca y poder así ver a Le moustache pasar por delante con la cesta de los recados de su madre. Los padres de la joven empezaron a preocuparse y quisieron mandarla lejos pero Le moustache no quería abandonar su tierra natal y menos a sus padres. Así que un día, llevadas por la corrosiva envidia, las mujeres del pueblo acorralaron a Le moustache y le afeitaron el bigote con un método revolucionario que aseguraba la efectividad total y la ausencia de bello de por vida. Le moustache denunció el hecho ante las autoridades pero que iban a hacer si lo único que hicieron fue afeitarle el bigote, ¿detener a todas las mujeres del pueblo? No estaría mal gritó la joven entre lágrimas, me han robado mi bigote. Le moustache sintiéndose ultrajada decidió marcharse del pueblo y dejar atrás a aquella troupe de celosas y desconfiadas. Así fue como Le moustache emprendió viaje y se fue a conocer mundo. Para disgusto de las mujeres del pueblo, Le moustache volvió a reaparecer con bigote y todo en todos los diarios del mundo. Por lo visto, el método revolucionario no era tal y a Le moustache le volvió a crecer el bigote un año después y más vigoroso que nunca. La joven, ya mujer, se convirtió en una reputada experta en bigotes aconsejando incluso a emperadores prusianos en el cuidado de su mostacho. Le moustache volvió al pueblo a por sus padres y para sorpresa suya, todas las mujeres del pueblo lucían bigote. Creyeron que así sus hombres les prestarían más atención, pensó la joven. Pero lo cierto es que corroídas por la envidia, acudieron a una curandera que les dio un remedio crece pelos y ahora no solo tenían bigote, ya me entendéis. El remedio revolucionario no funcionó contra los potingues de la curandera, por más que lo intentaron. Al contrario de lo que les pasaba con Le moustache y su gracioso bigotito, los hombres del pueblo las repudiaban. Le moustache se sintió triste. Nunca pensó que llegaran hasta tal punto las envidias de las mujeres y les ofreció ayuda en todo lo posible, pero las mujeres del pueblo ultrajadas intentaron agredir a Le moustache con los remedios de la curandera, por suerte, Le moustache había aprendido el arte de la esgrima con cierto famoso espadachín que le había pedido consejo sobre su bigote y salió airosa del entuerto. Así, nuestra joven abandonó su pueblo natal con sus padres para irse a vivir a una estupenda mansión en la gran ciudad y vivir feliz el resto de sus días mientras el pueblo donde nació pasó a ser tristemente conocido como el pueblo de las mujeres lobo. Fin.

martes, 6 de febrero de 2007

La Sra mayor en el mundo


Primer artículo que veo sobre el rodaje de la Sra Mayor, es en el mundo: http://www.elmundo.es/elmundo/2007/02/06/cultura/1170783104.html




Tenía que poner la foto, es que me parece increíble el contraste entre la juventud y candidez de Elijah y la cara de Mr Hurt, surcada por años de experiencia. Un lujazo. A la espera del estreno, Sra. Mayor, es usted la mejor!!!!!!!!

¿Examen o pesadilla?

Sueño que tengo un examen, uno de la facultad. Pero ya no estoy en la facultad. Mi madre me dice que ya es hora de levantarme que tengo un examen y llegaré tarde. Pero yo no quiero ir, así que finjo un gripazo y me quedo tirada en el sofá vegetando. Ringgggggggggg, ringggggggg. El teléfono ha sonado. Me llama un primo abogado que quiere que le pase los apuntes de clase de Cultura Material, que está un poco perdido porque ha faltado a clase. ¡Pero si vive en Córdoba y no estudia conmigo! Me pregunta si puede pasarse el jueves a cenar. Esta bien le digo. A ver que coño le mando yo ahora de apuntes. Si me faltan más de la mitad. Me tiro en el sofá y resulta que realmente tengo la gripe y me encuentro fatal. Me duele todo el cuerpo y tengo que estudiar pero no quiero. No quiero. Ringggggg, ringggggg. Me tengo que levantar de nuevo para coger el teléfono. ¿Dónde demonios se ha metido todo el mundo que tengo que contestar yo al teléfono estando enferma? Una voz grave y cavernosa me pregunta si soy yo. Pues claro que soy yo, digo. Creo que es un amigo que me llama a veces imitando voces para gastarme bromas y casi le mando a la mierda cuando me doy cuenta de que es mi profesor. Ups. Profesor, perdone. No has venido al examen, me increpa. Tengo la gripe, le digo. Y acto seguido me dice. Bueno, el examen ha ido regular, no encuentro los dos trabajos que tenías que entregar para subir nota. Ups. Si me puedes pasar una copia. Ups. Claro, claro. Mañana mismo la tiene. ¿Ya he hecho el examen? ¿Ha ido mal? Trabajos, ¿qué trabajos? Y ya me ves con el gripazo pasando a limpio una copia del trabajo, no me funciona la impresora. Dibujando búhos y serpientes con 40 de fiebre. Esto es una pesadilla. Me meto en la cama a las tantas cuando ya he acabado y cuando despierto, he aprobado.

tranquilos, esto es ficción, no tengo la gripe. ;-)

lunes, 5 de febrero de 2007

Caperucita a su servicio

Caperucita y yo nos hemos puesto en contacto. Después de ver su efectividad destructiva y por consejo de un blogger amigo, he pensado que podría echarle un vistazo a mi problema con el diablo. Hemos quedado en el bosque. Por lo visto está cansada de la caperuza roja y de los recados de su mamá y quiere ganarse un sueldo digno para tener autonomía. Su ansiedad hambrienta va a más así que matará dos pájaros de un tiro, se pondrá las botas y encima ganará unos euros. Le he dado una foto del diablo, se lo he descrito y le he explicado sus movimientos. Hemos sellado el pacto con sangre y comiéndonos unos cruasanes rellenos de carne que había traído a tal efecto. No fuese que la linda Caperucita viniese con hambre y acabara yo junto al lobo feroz en su estómago. Todo está pactado. En breve tendré noticias.

Caperucita tenía hambre

Caperucita tenía hambre. Caminaba por el bosque. Su abuelita la esperaba. Sus tripas rugían. No había tenido tiempo de probar bocado en todo el día porque su madre la tenía muy atareada, recado va recado viene. Y ahora rumbo a casa de su abuelita se sentía desfallecer. Hasta su linda caperuza de color rojo le pesaba sobremanera. Pensó en quitársela y tirarla de cualquier manera, pero era un regalo de su abuelita y si lo hacía, su madre se enfadaría. Lo cierto, es que ya estaba un poco harta de tanto paseo arriba y abajo por el bosque para llevar cosas a su abuelita. ¿Porqué no se llevaban a la abuelita a casa y así todo sería más fácil? La pobre vivía solita sin nadie que la ayudase. Y en esto iba pensando Caperucita cuando el lobo feroz se cruzó en su camino. El lobo feroz era enorme, tan grande que su sombra tapaba a Caperucita pero esta no se asustó. Hola, dijo, ¿quién eres y qué quieres? Y el lobo, sonriendo dijo: Soy el lobo y vengo a comerte. Me muero de hambre. Y entonces Caperucita que llevaba horas sin comer y que estaba muerta de hambre, se pilló tremendo cabreo y en un arrebato histérico hambriento se lanzó sobre el lobo feroz, le hincó los dientes en el cuello con pelos y todo y se lo comió. Se lo comió enteró hasta casi reventar y lo poco que sobró, lo guardó para después por si le daba más hambre. Y así con su cestita y su caperuza roja la linda caperucita siguió su camino hasta llegar a casa de su abuelita. Para sorpresa suya, su abuelita que en teoría no podía ni moverse de lo viejecita que era, estaba montando un sarao tremendo y bailando como una loca con uno fornido leñador. Encima que me paso el día para arriba y para abajo recado va y recado viene porque esta la pobre que no puede ni moverse, resulta que es mentira. Caperucita se pilló tremendo cabreo y viendo el hacha que el leñador había dejado en la puerta, la cogió, dejó la cestita en el suelo y entrando a bote pronto, se lió a hachazo limpio sin compasión. Se acabó la abuela, se acabó el problema. Como la niña había visto muchos capítulos de csi, preparó la escena del crimen como si hubiese sido un crimen pasional y la abuelita y el leñador se hubieran liado a hachazo limpio mutuamente y llamó al 091 para avisar del horroroso crimen. Total que la linda Caperucita pudo hacer la suya desde entonces porque ni le molestó el lobo feroz, ni la abuelita. Fin.

domingo, 4 de febrero de 2007

Periodista

Pues eso, que he abierto un blog para colgar los trabajos periodísticos que voy haciendo:

http://anabelvelezperiodista.blogspot.com/

El ojo que todo lo ve


He visto al diablo. Frente a frente, cara a cara. Le he mirado a los ojos. Nos hemos enfrentado. Me veía pequeñita delante de él pero no era cierto. Se ha plantado delante de mí como dos vaqueros a punto de batirse en duelo bajo el abrasador sol del mediodía en el el lejano oeste. Aún sigue creyendo que es el amo del mundo. No se da cuenta de que solo gobierna sobre el infierno y que fuera de él no es nadie. Ahora no estamos en su infierno. He visto al diablo y le he mirado a los ojos. No me ha hecho falta salir corriendo.

viernes, 2 de febrero de 2007

Devil in my dreams

Hoy he vuelto a ver al diablo. Se ha colado en mis sueños. Ha invadido mi mundo. El lugar en el que vive mi imaginación y mis palabras. En ellos he vuelto a clase. Una facultad que no conocía, un edificio gris. Estoy sentada en una mesa con dos colegas. Ninguno de los tres estudiamos juntos, pero aquí estamos. Ni siquiera me parece extraño que estemos los tres. La profesora quiere que escribamos una redacción en inglés. Nosotros pasamos de todo, hablamos de música. Entonces el diablo ha llegado con su sonrisa en la boca. Se ha metido en medio y me ha separado de ellos. La verdad, creo que no me ha visto. Yo lo veo. Rojo, con sus cuernos y su sonrisa cínica. Aún no puedo creerlo, pero él no ve. Me ha puesto a escribir mi redacción y cuando me he dado cuenta la clase ha acabado. Todos se han ido. Mis colegas también, todos menos él. Entonces me ha mirado y con una voz profunda me ha dicho: ¿sabes dónde han ido? Y yo me he quedado petrificada y le he dicho en un leve suspiro apenas inaudible: no. Me ha salido un no ridículo que mejor me lo hubiera callado. Se ha reído. ¡Qué miedo! ¡Se ha reído! Y entonces ha sonado el teléfono, su teléfono. Sympathy for the devil. Joder, ¡Qué apropiado! Please to meet you,...Los putos Stones. Y entonces, se ha ido con su sonrisa a otra parte. Salgo andando de clase y resulta que voy descalza. Las bambas en la mano. Me las tengo que poner por si tengo que salir corriendo. Y entonces, lo veo, está sentado en un banco sigue hablando por teléfono pero parece que va a colgar. Aprieto el paso, me apresuro y cuando creo que ya lo he despistado me suena el móvil. Como en una de esas veces que quieres pasar desapercibido y de repente se te cae algo o te suena el móvil y das el cantazo. Pues igual. Y resulta que me llama el jefe del novio de una amiga que hace siglos que no veo, ni a mi amiga, ni a su novio y mucho menos a su jefe al que ni siquiera conozco. Y el tío me dice que porque le he llamado. Y entonces empezamos una absurda conversación en la que él se emperra en que yo le he llamado y yo le juro y le perjuro que ni siquiera tengo su número, que como coño voy a llamarle. Y cuelgo. Me libro por fin. Y descalza sigo mi camino o eso creo yo. Porque el señor Lucifer me ha seguido y me rodea el cuerpo con su brazo y sonriente me dice, están en el bar, vamos. Y yo me dejo llevar, porque que voy a hacer si estoy descalza y me tiene agarrada con su brazo infernal. Y de camino nos encontramos a su medio hermano. Por lo visto, luchan por el trono del inframundo. Se miran y se odian en un momento aunque luego se saludan con afecto y cariño. Hay que aparentar. Y cuando están cerca el uno del otro, el diablo me aprieta contra él y yo no sé que hacer. Y en el bar hay mucha gente, gente a la que conozco pero a la que no conozco. Y entonces, como ve que hay otra gente a su alrededor me suelta y extiende su encanto infernal sobre los demás y me deja tranquila. Y yo aprovecho para sentarme, ponerme las bambas, atarme los cordones y salir primero sigilosamente y luego corriendo como si me fuese la vida en ello para escapar y acabar despertando, sana y salva en mi cama.