Huíamos sin remedio. La cosa se ponía negra. Cada vez estaban más cerca. No podíamos perder el siguiente tren. Los saltos en el tiempo nos estaban debilitando, pero de tren en tren nos sentíamos a salvo. En una estación cogimos un tren que nos llevó tres años atrás para en la siguiente volver dos años adelante. Creía que no nos atraparían. Jugar al despiste se me daba bien, pero no iba sola. Un niño dependía de mí. Todo se hacía más difícil con él, tenía que protegerle. Trabajar sola y luchar por mi vida era mucho más fácil sin él, ahora todo se había complicado y no había manera de evitarlo. No llegamos al último tren, todo estaba perdido. Empecé a perder la esperanza pero me di cuenta que el cambio de hora nos había engañado. Aún teníamos una hora hasta que llegase el último convoy. Los minutos en el reloj pasaban lenta y pausadamente. Se me hacía eterno. Llevábamos dos días saltando en el tiempo sin parar. El niño estaba cansado y yo también. Ya no sé si es bueno seguir. Cogimos el último metro. Íbamos solos, a esas horas, todo estaba oscuro. Las estaciones parecían abandonadas. Este era el tren que nos llevaría a la última estación, allí nos esperaba un lugar seguro, por fin, no podrían seguirnos. Las luces de los vagones empezaron a apagarse de golpe. El niño se estremeció. Me miró con sus grandes ojos negros, parecía asustado. Le sonreí y lo acerqué hacía a mí. Ya venían. Estaban cerca. Nos situamos al final del vagón, al lado de la puerta, la estación estaba a unos pocos segundos. Nos iban atrapar. El metro se paró, las puertas se abrieron. No mires atrás le dije. El frío empezó a invadirnos. Corríamos sin parar. La salida de la estación era la puerta a un nuevo mundo, llegar allí significaba estar salvados. De golpe, sentí un peso muerto. El niño había caído. Estaba blanco. Muerto. Le habían atrapado. Lo dejé ir. No pude hacer otra cosa. Me miraron, se quedaron quietos, observando. No trataron de acercarse. Pasé la puerta. Ya no estaba allí. Vinieron a por él y se lo llevaron. Una lástima, lo que no sabían era que él no era importante. Ni siquiera había nacido. Ni siquiera había sido creado. Era sólo un lapso de tiempo atrapado. Todo lo que debía salvarse fue salvado. Todo lo que debía pervivir, cruzó aquella puerta conmigo.
p.d. sorry, os tengo abandonadísimos.
8 comentarios:
Los mortales como yo aún tenemos que acostumbranos a este cambio horario que nos deja más dormido de lo normal por las mañanas, y a ti te sirve para poder escapar a través del tiempo de, poderes oscuros y maléficos, jejeje
Que gusto volver a leerte de nuevo. Un beso
Hola isaac, me alegro que te haya gustado. Yo soy también mortal y este sueño que nos invade me ha tocada y me tiene frita perdida. ;-) A ver si me paso más por aquí que desde que no puedo entrar en el curro, lo tengo abandonadísimo. un beso.
Ah, la de antes era yo misma. Anabel. jejeje.
Lenoreeee, wapa ; )
Te echaba de menos
Yo también estoy muehtaejueño. Menos mal que ya es viernes...
Este relato me ha gustado especialmente.
Gracias ; )
Besos
Que lindo relato, con lo bien que escribes por favor hazlo más seguido. Nos nos dejes en el anden del metro. Saludos!
buf, buf, me ha encantado, todo lo que tenía que ser salvado... el niño_no niño que era un lapso de tiempo.. bueno, bueno!
Holaaaaa
Mira como me vengo a enterar que ya volviste de menorca!
Acabo de dejar un comentario en el blog de Liniers
y vi que comentaste tb.
Oye ya estoy aqui, el viernes nos reunimos con Oye juan y Flat, seria buenisimo que te vengas.
Besos
A
Lenore
UN BESO
hay blog nuevo de la señora:
http://plutonbrbnero.blogspot.com/
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