domingo, 17 de abril de 2011

Aullidos

En la noche cerrada, la luna llena gigantesca como un faro escondida tras las nubes guiaba mis pasos, corría, huía, no sabía hacia donde ni porque. Sólo sabía que tenía que seguir corriendo. El aullido en mitad del silencio me desgarró. El terror me paralizó durante unos segundos. Tiempo perdido. Tenía que escapar, si me alcanzaban nunca podría salvarme. Seguí corriendo, me faltaba el aire, pero no podía parar. La luna cayó sobre mi implacable cuando el viento alejó a las nubes y en breves instantes ya no fui yo, fui otra, salvaje y descontrolada. Aullé en la noche. Por fin, me habían encontrado. Ahora la lucha sería entre iguales. Miré a la luna por unos instantes. Mis pupilas se dilataron. Enseñé mis colmillos. Estaba rodeada. Moriré antes de darme por vencida, sucios chuchos de montaña. Me lancé sobre ellos sin piedad. La luna fue testigo. Todo lo demás es historia.

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