El cuervo se posó en el alféizar de la ventana. La había dejado abierta porque entraba una brisa fresca. Se posó y me miró tranquilamente como si fuera a hablarme. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. El cuento me dijo: 'Ni se te ocurra, eso ya lo pensó Poe hace más de un siglo'. Y se quedó tan ancho. A veces el cuento podía ser verdaderamente insoportable. Le hubiera partido la cara. Pero era el cuento, no podía hacerlo. Además, tenía razón.
4 comentarios:
Llegar hasta aquí ha sido más entretenido que simplemente buscar en Fbook, lo reconozco. Anótate un punto.
estos cuervos, son de lo q no hay!
Gracias por pasarte Pepo. Lo tengo un poco abandonado pero se hace lo que se puede.
Noe!!!!! Es que cuando un cuervo te mira fijamente...te dan ganas de salir corriendo! jajaja.
Hola!!! cuánto tiempo Anabel, muy bueno este cuento. Y sabe muy bien lo que se dice ;)
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