lunes, 18 de febrero de 2008

Tremolor

Aquella noche me desperté sudando, la oscuridad me envolvía, no hacía calor. Había soñado que me comía a mi misma. Pensé que tendría hambre, me levanté, fui a la cocina, abrí la nevera, los armarios, no me apetecía nada. Me volví a la cama. Apagué la luz, me tapé hasta los ojos, intenté dormirme, pero no pude durante un buen rato. Volví a soñar, pero esta vez soñé que tú me comías. Me desperté sudando de nuevo. Estabas dormido. No te movías. Apenas una respiración pausada. Te abracé intentando no despertarte. Ni siquiera te inmutaste. Olías bien, como siempre, con ese olor dulzón que tanto me gustaba. Todo para mí. La piel sabía dulce, la sangre a metal, la carne jugosa. Saciada me volví a dormir. Aquella noche soñé que te comía.