miércoles, 2 de febrero de 2011

Hemptshore

Cuando llegaron, nadie sabia quienes eran. Llegaron con sus barcos a la costa, todos fuimos a recibirlos con emoción, pero no sabíamos realmente lo que querían. Fuimos ingenuos, pero creímos que los dioses nos protegerían. No lo hicieron. Ahora vivimos escondidos, en los bosques, lejos del mar que nos vio crecer y nos alimentó. Ahora somos diferentes, ya nunca volveremos a ver la vida como la vimos. Ahora vivimos en los árboles, cazamos animales que nunca antes cazamos, comemos plantas que nunca antes comimos y vivimos escondidos, entre sombras. Antes el sol era uno de nuestros dioses, ahora lo son los árboles. Ellos nos protegen. A los pocos que quedamos. Nos hablan, nos cuentan historias ancestrales que nunca antes oímos. Ahora, cuando nos acercamos al mar, ya no entendemos lo que nos dice, nos habla, pero el sonido de su voz es irreconocible. Nos repudió el día que llegaron y nos arrebataron todo lo que quisimos. A veces, subo la ladera que separaba nuestro poblado del mar y miro como se agita y lucha con sus olas gigantescas en un día de furia y temporal, cuando ni siquiera los invasores se atreven a acercarse. Lo echo de menos. Alguna que otra vez, consigo entender lo que me dice, palabras sueltas, tristeza, dolor, abandono. Y le digo que no fue culpa nuestra, que él nos trajo la desgracia en sus grandes barcos y lo único que recibo es silencio. Esos días, vuelvo al bosque con lágrimas en los ojos. Sé que nunca volverá a ser igual, pero los árboles me reciben con sus ramas y sus hojas balanceándose con el viento y me cuentan historias de victoria y protección, me hacen sentir que formo parte de algo que va más allá de mi mismo. Sé que nunca olvidaré el mar que me vio nacer, pero ahora los árboles son mi casa. Ellos nos protegerán, pero nos advierten, tenemos que luchar. No podemos quedarnos esperando que ellos solos nos defiendan, no podemos hacer como ya hicimos, esperar que el mar nos defendiese. No podemos esperar que los dioses hagan nuestro trabajo. Ahora lo sabemos. Antes no. El mago de la tribu nos maldijo por eso, se fue a ofrecer sacrificios al mar, nunca más volvimos a verlo. Ahora vivimos mejor. Aprendemos día a día y nuestros hijos con nosotros. Es lo que cuenta. Sobrevivir. Aquí, al lado del mar o en el fin del mundo. Es lo que cuenta. 


Paréntesis pingüinoso.
Gracias Juanjo por los pingüinos.

4 comentarios:

DtV dijo...

El brujo al mar, eso está bien, pero muy al fondo, eso sí.

nunca contentos dijo...

Un placer volver a leerte.

dotdogson dijo...

hola wapa, telepatía o empatía o algotía... que alegría leerte por aquí.

lenoreanabel dijo...

Gracias dot, yo creo que es algotía seguro. jejeje.