lunes, 26 de marzo de 2007

El collar

Mis primas me han invitado a su casa una tarde a tomar té. Es curioso. No tengo mucha relación con ellas, no tenemos nada en común pero ayer me llamaron y hemos quedado hoy. Me han enseñado su casa. Clásica, añeja. Luego hemos tomado el té en la biblioteca. Mis primas no leen, pero tienen biblioteca. Una biblioteca enorme con un montón de libros. Pero ellas no leen. Paseo entre las estanterías extasiada, leyendo títulos y autores mientras ellas traquetean en la cocina preparando la merienda. Me paro y huelo el dulce sabor del libro. Cojo uno, Faulkner. ¿Faulkner? Lo abro y me deleito con las palabras y las páginas amarillentas, porque es un libro antiguo, quizás hasta una primera edición. Lo huelo. Umm. Aspiro ese olor maravilloso de libro añejo. Mis primas no leen. Compran los libros a peso, quedan bonitos dicen. Me pone un kilo de García Márquez y 400 gramos de Shakespeare por favor. Peor que eso. Me pone tres kilos de esos verdes y seis kilos de aquellos que parecen antiguos, así con dibujitos dorados. Y luego llegan a casa y los colocan ordenaditos por colores y formas, que quedan más monos. Ya vienen. Deposito el libro en la estantería y les echo una última mirada ansiándolos. ¡Qué injusticia! ¡Quiero amar esos libros, a todos y cada uno de ellos! No colocarlos en una estantería como mera decoración. Ellos se lo merecen. ¿Qué buena colección tenéis?, digo. Las muy putas han tenido la suerte de que en la balanza ha caído de lo mejorcito. Tienen una colección de literatura japonesa que me hace salivar como un perro. Pero mientras tomamos el té desvían por completo la conversación hacia otros temas. Nada de libros, son aburridos, musita una y yo me enciendo por dentro y se me atraganta una galletita del demonio. Entonces, entiendo porque me han invitado esa tarde. Tenemos una cosita para ti, ven, dice una de ellas entusiasmada. Hemos ido a comprar a un anticuario y nos hemos traído algo divino. Yo toda emocionada, pienso, ¿¿¿una primera edición??? ¿¿Un incunable??? NO. Joyitas. Mira que delicia de joyas querida, hemos pensado que quizás te gustaría alguna, escoge la que quieras. Y yo me quedo de pie mirándolas como tonta y lo único que se me ocurre es mirar hacia las estanterías abandonadas, triste y casi llorosa. Escoge uno, insisten. Uno de esos a lo mejor vale más que toda la biblioteca junta para ellas. Pero yo les cambiaría el collar por uno sólo, uno aunque fuese, un libro. Pero una de ellas me coge del brazo y me lleva hacia la mesa donde han colocados sus fruslerías. Escoge uno insisten de nuevo. Y yo escojo uno. Un collar con un camafeo con piedras lilas. Me gusta el lila, pero yo no uso collares y menos de esos que rodean el cuello como un collar de perro, son casi opresivos. Pero la verdad es que es bonito. Una linda joya. Insisten en que me lo pruebe pero invento mil excusas. Seguro que me irá bien. No sé porque me da pudor probármelo delante de ellas o quizás probármelo delante de ellos. De esos libros silenciosos que jamás serán leídos. Sonrío con tristeza y me voy a casa con mi collar. Allí, miro mi pequeña colección de libros y les digo con los ojos que los quiero. Paseo por sus lomos y escojo uno, uno al azar, uno que ya he leído y leo también al azar unos cuantos párrafos. Estoy contenta. Delante del espejo, ahora ya sola y en casa, me pruebo el collar. Me gusta. Pero no parezco yo. Es como si fuese otra. Me cambia la cara, la ropa, el aspecto. Una yo diferente. Lo guardo en un cajón. Y no lo vuelvo a sacar nunca más. Varios años después, mis primas decidieron deshacerse de su biblioteca para hacerse un gimnasio en casa. Y no me llamaron. Tiraron todos los libros a unos containers de al lado de su casa, los dejaron amontonados allí, porque no cabían todos dentro. Una vecina que me conocía desde pequeña y sabía de mi fiebre literaria me avisó. Un amigo me prestó su furgoneta y me acompañó a altas horas de la madrugada, antes de que pasara el camión de la basura. Agazapados y vestidos de negro, sigilosamente vaciamos los containers y cogimos los libros que habían dejado en la calle. En tres viajes, mi casa se convirtió en un mar de libros. No sé donde meterlos, tengo la bañera hasta los topes. Ahora me voy a dar el gustazo. Busco entre los cajones, encuentro el collar lila con camafeo, me lo pongo. Rebusco entre los montones y montones de libros hasta que encuentro algo clásico. Una edición antigua de La Odisea de Homero. Me siento en el sillón, no sin antes dejar una treintena de libros en el suelo y me dispongo a leer. Días más tarde una de mis primas me llama. Yo acojonada, pienso que querrán recuperar sus libros. Ya estoy pensando en como hacerme fuerte en casa y aguantar el asedio. No podrán conmigo. Y entonces ella me habla de un cóctel de la sociedad de amigas de la no sé qué y si quiero ir, y yo, uy estoy muy ocupada con el trabajo. Y entonces ella lamentando muchísimo que me pierda acto tan insigne, se despide no sin antes preguntarme si me pongo el collar. Parece que de lo único que se acuerda después de tantos años es del collar. Creo que elegí uno que le gustaba demasiado. No sé porque decidió dármelo a mí, teniendo en cuenta que nunca uso joyas. Pues claro que me lo pongo, le digo. No sabes el buen uso que le estoy dando. Parece satisfecha. Cuelgo y vuelvo a mi sillón orejero, con mi libro y mi collar lila con camafeo a seguir leyendo. Voy a tener que cambiar a una casa más grande, estos libros se merecen no estar amontonados. Cruzo las piernas y leo...'El caso es que tornáronse a barajar los naipes mientras el agustino y los otros se dirigían a la puerta...'. Me gusta mi colar lila con camafeo.

7 comentarios:

Campanilla dijo...

¡Me ha encantado este relato!.
Lo de los libros tirados en el contenedor es muy fuerte.

Eduardo Izquierdo (aka Edu Chinaski) dijo...

Que grande jugar con los libros como joyas....me ha flipao....

M.V. dijo...

Anda, que cuando se cansen las primas del "gimnasio en casa"... ¡¡¡ja, ja, ja!!! Muy chulo, Lenoreanabel.

JoFz dijo...

Reverte no es Faulkner, pero tú sigues siendo la misma.
Un beso

Julio Rodríguez dijo...

Increíblemente bueno. Me ha encantado.
Sigue escribiento.
Un beso.

princess dijo...

muy bueno, gracias por tus relatos

rei dijo...

Donde andaras, venga!! keremos más!!

besete