El eclipse llegó y todo cambió. Hacía semanas que anunciaban un eclipse total y la gente como suele pasar lo había ignorado. Aunque a mí esos fenómenos siempre me han intrigado, no me cansaba de mirar al cielo durante horas, parecía que al resto del mundo no le importase, al menos no al principio. Pero esta vez no sé porque la cosa era diferente, aunque la gente no se diese cuenta, yo sí. Por las noches, miraba la luna llena. Nadie parecía notar nada pero hacía demasiados días que la luna estaba llena. En el momento del eclipse creo que todo el mundo fue consciente de lo que estaba pasando o quizás no y simplemente el miedo a lo desconocido los hizo enloquecer. Yo estaba en mi casa en frente del mar, observando el cielo y viendo desaparecer el sol y de repente, la luna llena apareció brillando con una luz inusitada y anormal, era como si el sol y la luna hubieran intercambiado sus trabajos. El sol permaneció en el firmamento como una bola negra mientras la luna brillaba blanca en todo su esplendor. Al principio creyeron que era algo transitorio pero dos semanas después la alarma cundió. Yo mientras, no me cansaba de mirar la luna solar y entonces, me di cuenta de que todo estaba cambiando. La estraña luz lunar trastornaba a la gente, el miedo cundía. Las mareas empezaron a variar y el mar creció y creció hasta llegar a mi casa en suaves olas que lamían la tierra, luego rodearon la casa hasta casi engullirla y tuve que instalarme en el piso de arriba. Podía lanzarme y zambullirme de un salto desde mi ventana. La gente abandonó las costas y se refugió en el interior. Una barca con varios amigos y vecinos vinieron a rescatarme pero yo me resistía a marcharme. Al fin me convencieron, hice una pequeña mochila y me subí a la embarcación que nos conduciría hacía las montañas. Aún no sabían que pronto volverían al mar del que salieron y que ya no necesitarían esa luz del sol que tanto ansiaban ni esa tierra firme que buscaban con desesperación. Me fui con ellos para disfrutar mis últimos momentos como humana antes de volver al mar, el lugar en el que nací y del que nunca debí salir. Pronto volvería a casa.
foto: Juanjo Fernández
7 comentarios:
He soñado con algo parecido alguna vez.
Un saludo.
Un placer viajar por tus relatos Lenore..
Recuerdo el primer eclipse que ví cuando era pequeña. Acababa de salir del cole y llevaba puesto el uniforme gris y azul.
¡Hola, Lenore!
Recién vuelta de París me leo tu relato de eclipses, que me lleva a un viaje anterior...
El agua y la luna nos devulven a nuestro origen, al goce de flotar ingrávidamente en la una, bajo el influjo de la otra, sin controlar movimientos ni pensamientos.
Gracias por tus historias, Lenore
Besos
GUAPA
Pues para mi esto tiene algo de autobiografico.Gracias por escribirlo. Abrazo Gratis
Gracias a todos por pasaros por el blog y por vuestros comentarios, siempre bienvenidos. Besos.
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