viernes, 13 de abril de 2007

El monstruo

El mundo era el mar y el mar era el mundo. Las criaturas acuáticas se movían con libertad. El mundo era así. El pececillo vivía en el mar, el monstruo también. Ambos nadaban con rumbos diferentes pero un día se encontraron. El monstruo era temido, se ocultaba en las grutas más oscuras y tenebrosas. Era enorme y negro, oscuro como la noche, como las profundidades del infierno. Gordo y grande como una ballena pero lleno de oscuridad. Todos le temían. Todos se alejaban de él. El pececillo era pequeño y de color azul y un día despistado tropezó con el monstruo. Le dio pena, estaba solito y nadie jugaba con él. El pececillo se acercó a él y se ofreció a ser su amigo y a nadar juntos. El monstruo aceptó. Al principio, el pececillo se alegró de darle compañía al monstruo y pensó que el se alegraba también pero con el tiempo descubrió que una rémora tenía mejor vida que él al lado del monstruo. Su enorme cuerpo hacía sombra sobre él y lo sumía siempre en la negrura, los demás peces ni lo veían. Y cuando alguno lo hacía e intentaba acercarse el monstruo los miraba con su mirada opaca y terrible y huían despavoridos. El pececillo empezó a asustarse porque su amistad se estaba convirtiendo en una prisión. A veces el monstruo marino se enfadaba, muy a menudo, la verdad es que demasiado y el pececillo tenía que recibir su aliento pútrido y fétido en la cara acompañado de sus bramidos submarinos. El pececillo veía el amplio mar y los otros pececillos y pensaba que se merecía un amigo mejor. Así que un día, el pececillo dijo basta y abandonó al monstruo. El monstruo ofendido dio media vuelta diciendo ya volverás suplicando de rodillas que sea tu amigo de nuevo. Pero el pececillo no volvió. El monstruo no se dio cuenta que el pececillo era el único que alguna vez le había prestado su atención y había sido su verdadero amigo. Una lástima. El monstruo marino se quedó encerrado en una gruta, solo y abatido, una gruta fría y oscura donde nada ni nadie le hizo compañía y donde murió solo y abandonado de inanición. Nadie le echó de menos. Fin.

3 comentarios:

Julio Rodríguez dijo...

Pobre ranita en el otro post de "Viernes!!!", pobre monstruo marino en esta entrada... ¿¿qué te pasa Lenoreanabel??

;)

¡¡Mil besos!!

Éowyn dijo...

hay mucho mostruo suelto por el mundo. está chulo el cuento lenore.muxicos

M.V. dijo...

Es cierto, existen muchos monstruos agazapados en guaridas esperando hacer el agosto con los peces chiquitos... Por cierto, nada agradable cuando uno se deja tomar el pelo y ejerce de pez pequeño y de color azul puro. Ni ser el pez malo, ni el pez tonto... ;->