miércoles, 27 de julio de 2011

Fighting fire with arrows

Combatiendo el fuego con flechas. Todo arde y yo en medio. Nos atacan sin cuartel, no hay escapatoria. El sitio al castillo dura más de seis meses, nos morimos de hambre y de sed. Ya no nos quedan fuerzas, aún así, estamos vivos. Vivos para ver como nos masacrarán. El combate está perdido de antemano. Se abrió una brecha en la defensa de la fortaleza, nos traicionaron. Estamos vendidos. Vendidos por unas monedas de oro. 400 almas congeladas en el tiempo durante seis meses. Ahora por fin se desharán como la nieve cuando se acerca el calor. Todo está acabado. Las flechas sobrevuelan el cielo hacía el infinito, no tiene sentido, no nos salvarán pero es lo único que nos queda, por lo menos moriremos luchando. Eso no nos lo quitarán. El fuego se lo come todo, hasta las almas, que van directas al infierno. Sin purgatorio, sin penitencia. Condenadas. Nada de esto tendría que ser así, pero lo es. Cuando el fuego se acerca lamiéndolo todo, cuando parece que me va a consumir siento el frío, no me quema, me congela, me deja insensible, no grito, no sufro, no muero. Simplemente me quemo y desaparezco como tal, ahora soy otra. Todo ha cambiado. Veo las últimas flechas salir volando, ardiendo hacía la nada, atravieso las paredes de fuego, los muros que se derrumban, el campo de batalla, el camino del rey, el bosque y me pierdo. Nunca debí estar allí, ahora lo sé. Mi camino es otro y ya lo he comenzado.

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