lunes, 29 de agosto de 2011

A vueltas con lo mismo

Hace un tiempo una persona que decía llamarse amiga me preguntó si podía plagiarme. Por lo menos tuvo la 'decencia' de preguntar primero. Pero me dejó patidifusa. Lo cierto es que hay mucha gente que se toma el trabajo del periodista muy a la ligera. Esta persona después de haber insistido en que le pasase el contacto del promotor de un concierto y no conseguir acreditarse, como se había comprometido a escribir una reseña en la página de un amigo, me pidió amablemente, eso sí: '¿Me la pasas, le cambio dos o tres cosas y le pongo mi nombre?'. Mi estupefacción fue tal que aún a día de hoy alucino. No solo por el hecho en si de que quisiera plagiarme sino por el desparpajo y alegría con el que lo dijo, dando por supuesto que yo le diría que si. Porque al fin y al cabo, ¿qué más da el trabajo que a ti te cuesta? A quién le importa que no lo hayas escrito tú, mientras nadie se entere, ¿no? Así funciona este país. Recordad aquel libro que 'escribió' Ana Rosa Quintana, aquel periodista del New York Times que mandó un sinfín de crónicas que nunca vivió o aquel de la Vanguardia que escribió la reseña de un concierto de Neil Young que no duraba ni 3 horas ni tenía el repertorio que él ponía en su reseña. No es la primera ni la última vez que nos encontramos con este tipo de actitudes pero siguen sorprendiéndome y sobretodo entristeciéndome.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no te pasó lo mismo hace un tiempo?? o me lo estoy inventando??

lenoreanabel dijo...

Es lo mismo, solo lo recuerdo porque me vienen pasando cosas similares últimamente. Gajes del oficio.