jueves, 25 de enero de 2007

Jacksonville


Hoy he salido de casa y olía como a tierra quemada. Ese olor increíble que me gusta tanto, ese olor previo a la nevada. Lo olía en el ambiente. Y tal que así bajé la calle hacía el metro contenta y feliz pensando que hoy a lo mejor, por fin, nevaría. Entonces he entrado en ese lugar frío y metálico que es el underground barcelonés y me he sentado en un sitio que no es en el que suelo sentarme habitualmente. Una chica estaba sentada en ese lugar. Me he colocado como en un reflejo en un espejo de ella y me he puesto los cascos para escuchar tranquilamente el Jacksonville City Lights de Ryan Adams. Un tío se ha sentado a mi lado. Se ha sentado raro, como de lado y poco a poco se ha ido girando hasta colocarse paralelo a mí. Ha puesto su casco de moto hacia mi lado y la mano cruzada debajo de él. Y entonces, entonces, ha comenzado a hacer eso que me disgusta tanto y que muchos tíos capullos hacen que es comenzar a mover la manita lenta y disimuladamente hacia mí. Como estaba alerta desde que se ha sentado lo he cazado al vuelo y he apartado mi abrigo para ver bien su objetivo, mi pierna, ya que el abrigo le servía de cobertura al vil elemento. Me he quedado mirando su mano fijamente hasta que unos rayos de fuego provenientes de mis ojos marrones se la han traspasado hasta fundírsela y llegarle al hueso de la pierna. El mamón acojonado, se ha quedado petrificado sin apenas poder moverse y entonces le he fulminado la cara hasta traspasarla de mejilla a mejilla, aquí he ido con cuidado, tampoco quería freír a la pobre chica sentada en el otro lado. Entre grito y grito, y espasmo y espasmo, hemos llegado a la siguiente parada y la vil cucaracha ha salido arrastrándose como ha podido y se ha bajado. Yo he seguido a lo mío que era escuchar a Ryan Adams tranquilamente:
Oh Jacksonvilleeeeee, how you burn in my soul

How you hold all my dreams captive
Jacksonville, how you play with my mind
Oh my heart goes back, suffocating on the pines
In Jacksonville.
The End, The End, The End...
Dios, que agotadora es a veces la vida de una mujer.

3 comentarios:

MORELLA dijo...

Ja, ja, ja. Muy bueno, muy bueno. Eso es lo que nos gustaría hacer a todas en algún momento de nuestra vida. También está bien la versión rodillazo directo de auto-defensa a la parte que más les duele. Ja, ja, ja

Mary Westmacott dijo...

jajaj, buenisimo tu comentario. no sabia que por españa las cosas eran asi tb, aqui en BA los tio son increiblemente desubicados aveces. Tengo cada historia, ya te contare!!

Eduardo Izquierdo (aka Edu Chinaski) dijo...

Anita, para cuando un libro de relatos????

El disco de Santi Campos, si te esperas te lo da él en mano el 17 de febrero.....