jueves, 11 de enero de 2007

Nadando entre el asfalto


Hoy he ido a la piscina a nadar, pero no he nadado. He llegado y hacía tanto tiempo que no iba que todo estaba cambiado. Me ha costado una barbaridad encontrar los vestuarios. Había que subir a la planta de arriba y luego bajar otra vez para llegar a la piscina. Justo cuando ya me había cambiado, he bajado por las escaleras y me he dado cuenta que me había olvidado algo. He vuelto a subir. Cuando he llegado al vestuario me he dado cuenta que lo tenía todo y he vuelto a bajar. A mitad de camino me he dado cuenta que me faltaba algo otra vez y he vuelto a subir las escaleras. Después de mucho bajar y subir, agotada de tanta escalera, he mirado el reloj, se me echaba el tiempo encima y tenía que volver a casa. Al final ni siquiera he probado el agua. Por lo menos subiendo y bajando escaleras he hecho ejercicio. Me he despertado y estaba en la calle, en la acera. El asfalto tenía un aspecto acuoso. Me he mirado y llevaba el bañador, el gorro y las gafas de nadar puestas. Bueno, he pensado, este es un buen momento para nadar y me he zambullido en el asfalto. He nadado por las calles de mi ciudad hasta llegar a casa.

1 comentario:

MORELLA dijo...

Qué prolífica está mi charolastra. Da gusto leer tus textos. Me encantan, en serio. Utilizas un lenguaje fluído, claro, sencillo y directo que te envuelve cálidamente. Bravo, bravo, bravo