Me he despertado. No me puedo mover. Estoy en una habitación. No recuerdo como he llegado aquí. Llevo un vestido de época. Delante de mí hay un piano. Mis manos, blancas y relucientes están sobre las teclas. No me puedo mover. Mi cabeza está como anclada, sólo puedo mirar hacia delante. Toca, dice una voz. No la veo, sólo la escucho. Viene de detrás de mí. Toca, repite de nuevo. Entonces muevo los dedos automáticamente pero lo que sale de mis manos es espantoso. No así, no, repite la voz. Toca bien. Cómo te enseñe. No logro hacerlo, mis dedos se mueven sin ton ni son. Se ha puesto delante mío. Toca, repite. No puedo, le contesto. Soy tu padre, tu creador. Te ordeno que toques. No puedo. Se acerca a mí. Me coge de la cabeza, está removiendo algo, siento ruidos extraños. Bien, dice, prueba ahora. Y entonces toco y melodías celestiales salen del piano. Perfecto, dice él. Todos tienen que ver que eres perfecta. ¿Porqué no me puedo mover?, pregunto. Aún no estás acabada pequeña. Pronto podrás hacer muchas más cosas...Y se va y me deja allí. Sola, delante del piano. Intento tocar pero no puedo. No consigo moverme. Unos instantes después mi padre se acerca y me duermo. Vuelvo a estar delante del piano, sigo sin poder moverme. Prueba a tocar, repite mi padre. Y toco y parece satisfecho. ¿Lo he hecho bien, padre?, pregunto. Y él asiente. ¿Porqué no puedo moverme?, pregunto. Claro que te mueves, responde él sonriendo. Sólo cuando tu me lo pides, afirmo yo. Claro, para eso estás hecha. ¿Hecha?, insisto. No entiendo. Y él se acerca a mí amoroso y dice: Ahora te voy a desconectar pequeña, mañana es el gran día, te daré cuerda por la mañana. ¿Desconectar?, digo asustada. Claro, hija mía, eres un autómata. Mañana todo el mundo verá mi gran creación. Dormirás y cuando te despiertes el mundo me aclamará. Pero, puedo pensar padre, no soy un juguete. Claro que no, querida, eres mi niña, mi creación. Duerme, duerme. Y se acerca a mí y luego ya no recuerdo más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario