miércoles, 3 de enero de 2007

Sueños polares desde la ciudad de las palabras




Tengo sueño. Un sueño de esos tontos. Me he tomado un té, no ha hecho efecto. Sigo teniendo sueño. Si sigo repantingándome en la silla, voy a acabar cayéndome. En un segundo, he cerrado los ojos y he visto osos polares y nieve. Duele. Duele el frío en las manos y en la nariz. Mi gorro de colores me protege las orejas pero me he dejado los guantes en casa. Hay un iglú a lo lejos. Ando hacía él pero me caigo, llevo unas raquetas de nieve pero no tengo ni idea de como andar con ellas. Es un engorro. Me las quito después de muchos esfuerzos y sigo caminando. Sale humo por la chimenea del iglú. Alguien me espera. Umm. Tengo sueño. Un oso polar pasa a mi lado y me saluda. Buen viaje, me dice y yo agito la mano como respuesta mientras sonrío y pienso en ballenas que surcan los mares polares en busca de aire que respirar. ¿Estarán debajo de mí?, me pregunto. Toc, toc, el hielo suena. Hay un picaporte. Lo agarro y tiro de él. Es una puerta. Una ballena sale a respirar. Gracias, me dice. Se vuelve a sumergir y continúa su largo viaje. El iglú esta cada vez más cerca. Estoy cansada y tengo sueño. ¿Tendrán preparada la cena? Umm. Tengo hambre. Tengo frío. Pero cada vez estoy más cerca. ¡Qué pesado es ese pingüino! No para de seguirme. Deja de seguirme, le grito enfadada. Tengo sueño y tengo hambre, me responde triste. Uff. Va demasiado despacio, parece un pato mareado. Ven aquí, le digo. Y lo cojo entre mis manos para aligerar el paso. ¿Crees que tendrán sardinas?, me pregunta mientras la boca se le hace agua. No lo sé, le respondo. Me conformo con que tengan una buena lumbre, este calentito, tengan algo para comer y nos puedan hacer un sitio donde dormir. El pingüino sonríe, le gusta la idea. Yo sonrío. Al fin, después de mucho caminar llegamos al iglú. Pongo a Pingu en el suelo y llamo a la puerta. Hola, ¿hay alguien ahí?, pregunto. Pasad, responde una voz desde dentro. Y Pingu y yo entramos y nos sentimos calentitos y comemos pescadito frito y echamos un sueño reparador. Sólo ha sido un segundo pero he visto osos polares y nieve, lo juro.

1 comentario:

mewell dijo...

Me ha gustado mucho este texto, fue un sueño? Un besote